lunes, 16 de febrero de 2009

Sachap Warmi Bailarina del monte


-Me tiene intrigado su Telesita, ¡qué era al final: puta o virgencita, linda o fea, limpia o sucia, joven o vieja?
-Cada uno la ve como quiere verla. Todos concuerdan en que bailaba, eso si. No se perdía una fiesta. LLegaba con su puco en la mano, su platito de barro, y le servían d e comer y de tomar. Ni de tomar ni de zapatear se cansaba nunca. Bailaba hasta que se le deshacían las trenzas, y se le rompían los collares de cuentas, y se le gastaban en pedazos las ojotas y se le dehilachaba la ropa.
-¡No tenía compañero?
-Dicen que no. Dicen que vivía sola en un rancho del monte. Y hay quien asegura también que nunca había tenido anadie. Que así como era de mostrarse, sin embargo nunca dejó que nadie se le arrimara.
-¿Y de qué murió?
-Quemada.
-¿Cómo quemada? ¿la quemaron?
-También hay quien lo dice. Que alguno despechado le quemó el ranchito, porque no toleraba que una mujer viviera libre y sola. Otros cuentan que se quedó dormida al lado de un fogón, y que se canyó encima y se le incendiaron los harapos, y como había bebido mucho, le costó reaccionar y levantarse.
-¿Y aún así la creen santa?
-¿Y a quién dañaba con tomar y bailar, o con hacer su voluntad de viajera?. Nació en Tolonja y alegró todas las fiestas de la provincia. Pasó por Forres, por Beltrán, por La Banda y hasta por Santiago. Y tampoco hizo mal alguno una vez muerta. Todo lo contrario.
-¿Cómo que una vez muerta? ¿es que alguien la veía o tenía tratos con ella?
-Claro. A muchos se les ha aparecido.
-¿Ah, sí?
- Si. En una encrucijada, en una noche sin luna, al vadear un rio peligroso, en el medio de una tormenta. Y siempre ha sido para indicarles el camino correcto, para salvarlos de la fatalidad.

De La que arde en el baile, Cuerpos resplandecientes, María Rosa Lojo.